sábado, 31 de diciembre de 2011

LA GUERRILLERA DE LA LIBERTAD



JUANA AZURDUY DE PADILLA
Antonio Dubravcic-Luksic
Vicepresidente de la Sociedad Geográfica y de Historia “Sucre”
Editor del Boletín de la SGHS
Sucre – Bolivia

A decir de Joaquín Gantier: “Si Francia tiene a Juana de Arco…Nosotros tenemos a Juana de América”
Juana Azurduy Bermúdez, nacida en Chuquisaca. Eso no era nacer en cualquier lugar ya que dicha ciudad, fue una de las más importantes de la América española, también recibió los nombres de La Plata o Charcas.
Perteneció al Virreinato del Río de La Plata desde 1776, igual que el resto del Alto Perú, en ella se fundó nada menos que la Universidad de San Francisco Xavier. Allí estudiaron -y conspiraron- Mariano Moreno, Juan José Castelli y Bernardo de Monteagudo. Castelli, fue el jefe del ejército del Norte, se hospedó en la casa de Padilla en su marcha hacia La Paz. Moreno fue un abogado defensor de indios pobres y perseguidos.

En Chuquisaca (La Plata) nació Juana Azurduy, el 12 de julio de 1780. Sus padres fueron un hombre de dudoso linaje español don Matías Azurduy y una madre indígena, doña Eulalia Bermúdez.
Valentín Abecia, señala: " Juana tenía la hermosura amazónica, de un simpático perfil griego, en cuyas facciones brillaba la luz de una mira­da dulce y dominadora". Esa indiscutible belleza será en parte responsable del carismático atractivo que Juana ejerció sobre sus contemporáneos. Su madre, fue una chola de Chuquisaca, de allí su sangre mestiza, quizás por algún desliz amoroso de don Matías Azurduy, se elevó socialmente gozando de una desahogada situación económica, ya que el padre de Juana era hombre de bienes y propie­dades.
Juana tuvo una hermana menor llamada Rosalía, en vista de que en esos tiempos no había escuela para las niñas, el aprendizaje de las primeras letras y el cálculo lo hacían en el hogar con algún maestro particular. La doctrina cristiana la aprendían en la parroquia.
No lejos de las propiedades de los Azurduy-Bermúdez, se hallaba Chipirina una finca ubicada en el cantón Moromoro, provincia Chayanta, en esa finca nació Manuel Ascencio Padilla el 28 de septiembre de 1774.
Don Melchor Padilla fue amigo del padre de Juana, ellos y sus hijos se ayudaban en las tareas campestres y de igual manera compartían las fiestas, muy pronto entre Juana y Manuel Asencio se despertó una fuerte corriente de simpatía.

Juana fue marcada por un sino trágico que la perseguiría toda su vida, que la condenará a la despiadada pérdida de sus seres más queridos, su madre murió súbita­mente cuando ella tenia siete años, al poco tiempo falleció don Matías, también en forma violenta; por la prematura muerte de sus padres, le siguió una difícil relación con sus tíos Petrona Azurduy y Francisco Díaz Valle, quienes se hicieron cargo de las dos huérfanas, más por ambición de admi­nistrar las propiedades que habían heredado, que por un sincero deseo de protegerlas afectivamente.
En vista de la tensa relación existente entre Juana y sus tutores, éstos tomaron la decisión que la sobrina díscola, ingresará en un convento para hacerse monja.

Pronto fue evidente, sin embargo, que la vida con­ventual no era para ella. La vida contemplativa del convento en esa adolescente, que amaba el cabalgar desafiando a los vientos, el trepar a los árboles sin temor a los porrazos, el zambullirse en aguas torrentosas, terminó en una tremenda trifulca con la madre superiora que decidió la expulsión de Juana del monasterio de Santa Teresa.

Otra vez en Toroca, Juana parece retomar la huella que su padre había trazado para su hija predilecta. Reencuentra allí la libertad, la acción, la naturaleza. Juana siempre amó y admiró a Manuel Ascencio Padilla, en ese respetuoso y encendido amor Juana no dudo en unír­sele, pero de la forma en que ella concebía la unión entre hombre y mujer: luchando a la par.

Juana, una hermosa mujer de familia criolla, pudo disfrutar de una vida acomodada, de mujer casada.
Tuvo cuatro hijos que llevabo consigo en las batallas en las que participo junto a Manuel. En el mes de marzo de 1814, Juana y Manuel vencieron a los realistas en varias batallas y en espera de un contraataque, las tropas revolucionarias tuvieron que dividirse: Manuel se encaminó hacia La Laguna y Juana se internó con sus cuatro hijos pequeños y un grupo de guerrilleros en un refugio cercano al río, en el valle de Segura, provincia de Tomina.

A Juana le habían manifestado que Padilla se encontraba en peligro; salió en su auxilio pero tuvo que volver pronto: los españoles avanzan hacia el valle de Segura donde habían quedado sus niños.
La batalla fue la más cruel y más dolorosa de todas las que tuvo. Juana se internó con sus cuatro hijos en el monte desconocido. No había alimentos, sus soldados escoltas huyeron asustados. No existió un refugio contra la plaga de insectos que llenaron de pestes el cuerpo de sus pequeños. Porque es allí donde se enfermaron cada uno de sus cuatro hijos, allí murieron Manuel y Mariano Posteriormente en el refugio del valle de Segura fallecieron sus dos hijas: Juliana y Mercedes, de paludismo y disentería.

Juana estuvo nuevamente embarazada, cuando se presentó el combate el 2 de agosto de 1814. Juana dio a luz a su hija Luisa Padilla en las orillas del Río Grande, cuando se inició el ataque realista. Los hombres que la custodiaban presumieron que su jefa estaba débil y que era el mejor momento para arrebatarle el botín de guerra con el que contaban las tropas revolucionarias que Juana custodiaba con celoso fervor. Por otro lado las fuerzas realistas fijaron el precio, 10.000 pesos en plata por la cabeza de Juana.

Los traidores al mando de Loayza complotaron y arremetieron contra la teniente coronela, que se alzó frente a ellos con su hija en brazos y la espada obsequiada por el General Belgrano, tendida hacia adelante en ademán de ataque. Algunos cuentan que ordenó el ataque en quechua a su tropa de indios amigos. Otros dicen que ella misma, con su espada, le arrancó la cabeza a Loayza de un solo sablazo de derecha. Juana montó a caballo con la pequeña Luisa en brazos y juntas se zambulleron en el río, logrando llegar con vida a la otra orilla.
El torbellino de estímulos desencadenados por la lucha de la independencia, lanzo a la esposa y madre junto a su esposo, al vendaval de las batallas: Tarvita, El Salto, Quila Quila, Potolo, Aiquile, Las Cañadas, Presto, Las Carretas, La Laguna y El Villar.

La gesta insurgente acometida en territorio de Charcas, concluyó a la muerte de Padilla, el 14 de septiembre de 1816 constituye el epílogo sangriento de El Villar. Manuel Ascencio Padilla fue nombrado Coronel del ejército argentino del norte cuando su cabeza estaba ya clavada en una pica.

O'Donnell Pacho en su artículo: “Juana Azurduy” publicado por la Revista Lilith en marzo de 2005. (Buenos Aires), describe de la siguiente manera la batalla del Villar:
"Juana avanzaba casi en línea recta, rodeada por sus feroces amazonas descargando su sable a diestra y siniestra, matando e hiriendo. Cuando llegó a donde quería llegar, junto al abanderado de las fuerzas enemigas, sudorosa y sangrante, lo atravesó con un vigoroso envión de su sable, lo derribó de su caballo y estirándose hacia el suelo aferrada del pomo de su montura conquistó la enseña del reino de España que llevaba los lauros de los triunfos realistas en Puno, Cuzco, Arequipa y La Paz”.

Por esta acción en la batalla del Villar, en 1816, Juana Azurduy fue ascendida por el General Manuel Belgrano al grado de Teniente Coronel del Ejercito Argentino. Luego de haber ganado 33 batallas, fue reconocida por Bolívar quien le concedió una pensión, la misma que a los dos años fue incumplida e ignorada por las autoridades.

Luego del asesinato de su esposo y de varios de los principales jefes guerrilleros, Juana se trasladó a Salta combatió junto a Manuel Güemes, quien la protegió y le dio el lugar correspondiente.

Después del asesinato de Güemes en 1821, Juana entró en una profunda depresión. Se vio reducida a la pobreza.
En una carta escrita en 1830 dirigida a las autoridades de la provincia de Salta, expreso lo siguiente:
"A las muy honorables juntas Provinciales: Doña Juana Azurduy, coronada con el grado de Teniente Coronel por el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, emigrada de las provincias de Charcas, me presento y digo:
Que para concitar la compasión de V. H. y llamar vuestra atención sobre mi deplorable y lastimera suerte, juzgo inútil recorrer mi historia en el curso de la Revolución.(...) Sólo el sagrado amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida de un marido sobre cuya tumba había jurado vengar su muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el término de los tiranos, mediante la invencible espada de V.E. quiso regresase a mi casa donde he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios que pudieran proporcionar mi subsistencia; en fin rodeada de una numerosa familia y de una tierna hija que no tiene más patrimonio que mis lágrimas; ellas son las que ahora me revisten de una gran confianza para presentar a V.E. la funesta lámina de mis desgracias, para que teniéndolas en consideración se digne ordenar el goce de la viudedad de mi finado marido el sueldo que por mi propia graduación puede corresponderme".
La respuesta del gobierno salteño resultó indignante, apenas le otorgó “50 pesos y cuatro mulas” para llegar a la “nueva nación de Bolivia”.

El mariscal Sucre le otorgó una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares.
Fue el propio Bolívar quien al visitar a Doña Juana - ya destruida por las muertes de los suyos, el olvido de sus conciudadanos y el saqueo de sus bienes - le expresó ante la sorpresa de sus compatriotas que, “Bolivia no debía llevar su nombre sino el de Padilla, su mayor jefe revolucionario”.

Del retorno de Salta doña Juana vivió casi cuarenta años más, junto a la familia de su hermana Rosalía, acompañada de su hija Luisa. Su fuerte organismo, sometido a pruebas durísimas durante la guerra y el exilio, la mantuvo activa hasta el final, ocupaba una modesta habitación en el amplio patio empedrado de una casa de bajos en la tercera cuadra de la actual calle España Nº 220

El fecundo escritor cochabambino Dr. Ismael Vásquez, decía al ocuparse de la heroína chuquisaqueña doña Juana Azurduy de Padilla: “el 25 de mayo de 1862, Juana se sacudió de la ancianidad que la cubría y comenzó su eterna juventud. Poquísimas personas acompañan el carro que va crujiendo por las calles traseras de Chuquisaca, que entonces era ya capital Sucre…” Algo similar dice el General Ramallo en su libro “Los esposos Padilla” páginas 228 y 229 cuando escribe “el 25 de mayo de 1862 a la edad de 81 años, como conmemorando el día de la Patria, en la que altivo pueblo que la vio nacer el primer grito de libertad en la América del Sur, murió la heroína de las republiquetas, envuelta en los harapos de la estrechez y la miseria más completa. Su entierra fue humilde, demasiado humilde: cuatro a seis personas acompañaron el ataúd al Cementerio General, donde fueron inhumados sus restos…”.

Ismael Arana en su articulo intitulado: “Aclaraciones históricas” describe en los siguientes términos:
“Rara era la semana que tanto el General Sucre como doña Juana Azurduy v. de Padilla dejaran de asistir a las veladas de casa Tardío, en cuya tertulia naturalmente se hacían reminiscencias del tiempo heroico en cuya época Doña Juana y Tardío lucharon frente a frente en Mesa Verde (Don Manuel Antonio Tardío se hizo patriota en 1823). A la muerte de la Sra. Padilla el 25 de mayo de 1862, se le hizo un entierro humilde, pero no es evidente que cuatro a seis personas acompañaron los restos sagrados al Campo Santo, donde fueron inhumados. Si bien el entierro fue humilde, ello se debió a que no tuvo carácter oficial, cual le correspondía a esta americana ilustre; pero asistieron personas de gran valimiento entre ellas las familias Molina, Tardío Arana, Mujía , Uriburu, Rosquellas, Cuellar, Benavides, Fernández, Calvo y otras más, habiendo ellas contribuido a los gastos funerarios. Tampoco es evidente que se ignore el lugar donde fue sepultada, al estar consignada en el “Libro Primero” del cementerio, la partida respectiva, aunque solo con el nombre y apellido propio, sin el de su esposo. Este lugar es conocido y lo señalaba don Manuel Molina junto a un molle corpulento, que fue derribado cuando se practicaban los planos del nuevo Cementerio General, hacia los años 1891-92”.

En la madrugada de un 25 de mayo de 1862 murió, “en su casa y en comunión de la Santa Madre la Iglesia, doña Juana, mayor de ochenta años, viuda del Coronel Padilla, vecina de esta Parroquia. Para morir recibió todos los Santos Sacramentos necesarios, y después de rezado su oficio con cruz baja se sepultó en el Panteón General de esta ciudad”. Así reza la partida de defunción. No hubo toque de silencio, tambores a la funerala, ni salva de fusilería en honor a la coronela muerta, porque la tropa de la guarnición estaba “demasiado ocupada en los festejos del 25 de mayo”.

En 1962, centenario de su muerte, a sugerencia de Joaquín Gantier y siguiendo las indicaciones dejadas por Indalecio Sandi, que fue el niño que acompañó en sus últimos días a la guerrillera, se extrajeron los restos humanos que se supone pertenecen a Juana Azurduy. Ahora ellos se conservan en una urna depositada en la Casa de la Libertad.

HOMENAJES A JUANA AZURDUY DE PADILLA
Con su nombre se han bautizado plazas, calles, escuelas y provincias en Bolivia, Argentina y otros países de América. Inspiró obras de teatro, poemas y algunos libros en los que se habla de sus hazañas en las luchas por la independencia de América. Pero, ahora que existen estatuas en su honor y se la cita en los libros, sigue siendo un personaje de nuestra historia que se menciona mucho, se conoce poco y de la que aún queda mucho por investigar. Incluso existe una muy popular canción de protesta titulada: “Juana, la guerrillera”. Es recordada por su valor y por sus nobles ideales.

AEROPUERTO “JUANA AZURDUY DE PADILLA”
Con motivo de conmemorar el Sesquicentenario de Creación de la República de Bolivia en el año de 1975, el Supremo Gobierno de la Nación al inaugurar el mencionado aeropuerto, a través de un Decreto Ley dispuso la nominación del mismo como “Juana Azurduy de Padilla”.

REGIMIENTO DE INFANTERIA DE MONTE 28 "TENIENTE CORONEL JUANA AZURDUY"
El 25 de abril de 1996, el Jefe del Estado Mayor del Ejercito Argentino dispuso la designación del Regimiento de Infantería de Monte 28 con el nombre de “Teniente Coronel Juana Azurduy de Padilla”.
HECHOS DESTACABLES DE LA UNIDAD.25 de abril de 1996"Imposición de nombre histórico". (BPE Nº4677)
Buenos Aires, 31 de enero de 1996.
Visto, la necesidad de afirmar el pasado histórico nacional y de destacar la imagen de la mujer en su heroica participación en los hechos que forjaron nuestra independencia.La propuesta efectuada por el Servicio Histórico del Ejercito a, requerimiento de la Secretaría General del Ejército, de designar a una Unidad de la Fuerza con el nombre de "Teniente Coronel Juana Azurduy".La puesta en ejecución del servicio Militar Voluntario, el que incluye por primera vez a la figura femenina, acto que rinde homenaje a la misma en el año de la IV Conferencia Internacional de la Mujer.
Considerando:
Que, Doña Juana Azurduy de Padilla, nacida en Chuquisaca el 12 de julio de 1780, dentro de los límites del Virreinato del Río de la Plata, dedicó su vida a la causa de la libertad americana.Que, como esposa de D. Manuel Ascencio Padilla, caudillo patriota y habiendo sufrido la muerte de sus hijos, lo acompaño históricamente en todos los hechos de armas que el protagonizara, soportando con ferviente patriotismo, a las asperezas de una durísima campaña en la que lo reemplazaría, a su muerte, en el mando de las tropas.Que, el 13 de agosto de 1816, fue distinguida por el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, con el grado de Teniente Coronel de Milicias Partidarias de los Decididos del Perú, otorgándole tal jerarquía "por honor a su patriotismo distinguido".Que, el Regimiento de Infantería de Monte 28, con asiento en la localidad de Tartagal, provincia de Salta, guarnece en el que fuera parte del escenario de las proezas de nuestra heroína y su esposo, por lo que se hace acreedor al honor de llevar el nombre de esta destacada prócer de la Independencia.
Por ello:
EL Jefe de Estado Mayor General del Ejército
Resuelve:
Imponer al Regimiento de Infantería de Monte 28, el nombre de "Teniente Coronel Juana Azurduy".Realizar la ceremonia de imposición del nombre el 25 de abril de 1996.Invitar, muy especialmente a la ceremonia, a autoridades de la hermana República de Bolivia.Comuníquese publíquese en el Boletín del Ejército y archívese en la Jefatura III – Operaciones (Servicio Histórico del Ejército).
http://www.infanteria.ejercito.mil.ar/unidades/unidades/RegimientodeInfanteriadeMonte28/hechos.htm

JUANA AZURDUY Y MANUEL ASENCIO PADILLA: UN DEMORADO HOMENAJE
En la ciudad de Buenos Aires, el 28 de septiembre del 2001, rindieron un homenaje a dos figuras históricas y emblemáticas a los próceres de la independencia: Juana Azurduy y Manuel Ascencio Padilla. Con motivo de cumplirse un nuevo aniversario del nacimiento de este último. El evento se llevó a cabo en la intersección de la calle Juana Azurduy y Avenida del Libertador (Capital Federal), consistió en la colocación de una placa alusiva. El impulsor de la iniciativa fue el diputado porteño Fernando Finvarb (ARI) quien declaró que "ambas figuras históricas sintetizan la entrega, la generosidad y el heroísmo con el que se brindaron a la lucha revolucionaria miles de personas de nuestros pueblos”.

CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION ARGENTINA
ORDEN DEL DIA Nº 447, 26 de mayo de 2004.
RESUELVE:
Declarar de interés cultural la marcha a caballo “Por las huellas del general”, desde Salta a Sucre - Chuquisaca - Bolivia, que realizará la Asociación Cultural Heroínas Hispanoamericanas en homenaje a la gestadora de la emancipación americana y teniente coronel de América, doña Juana Azurduy de Padilla, entre el 7 de junio y el 12 de julio de 2004.
Sala de la comisión, 26 de mayo de 2004.
Irma Roy. – Eduardo A. Di Pollina. – Rosa E. Tulio. – Nélida M. Mansur. –
Roberto J. Abalos. – Jorge M. A.Argüello. – Cecilia Lugo de González
Cabañas. – Marta O. Maffei. – JulianaI. Marino. – Hugo Martini. – Araceli E.
Méndez de Ferreyra. – Nélida M.Palomo. – Hugo G. Storero

CATEDRA LIBRE “JUANA AZURDUY DE PADILLA” EN UNIVERSIDADES NACIONALES DE LA ARGENTINA.Cecilia Merchán es la encargada de coordinar en 15 provincias argentinas la cátedra libre Juana Azurduy -que se desarrolla en la Universidad de las Madres y en universidades nacionales-. “Elegimos el nombre de Juana Azurduy para este programa porque creemos que sacar del anonimato a las mujeres que marcaron nuestra historia es fundamental para poder avanzar en el reconocimiento actual de la participación de las mujeres en la vida social y política argentina. Y porque ella fue parte de una lucha que aún hoy libramos: la de la independencia Latinoamericana”.

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