sábado, 31 de diciembre de 2011

LA GUERRILLERA DE LA LIBERTAD



JUANA AZURDUY DE PADILLA
Antonio Dubravcic-Luksic
Vicepresidente de la Sociedad Geográfica y de Historia “Sucre”
Editor del Boletín de la SGHS
Sucre – Bolivia

A decir de Joaquín Gantier: “Si Francia tiene a Juana de Arco…Nosotros tenemos a Juana de América”
Juana Azurduy Bermúdez, nacida en Chuquisaca. Eso no era nacer en cualquier lugar ya que dicha ciudad, fue una de las más importantes de la América española, también recibió los nombres de La Plata o Charcas.
Perteneció al Virreinato del Río de La Plata desde 1776, igual que el resto del Alto Perú, en ella se fundó nada menos que la Universidad de San Francisco Xavier. Allí estudiaron -y conspiraron- Mariano Moreno, Juan José Castelli y Bernardo de Monteagudo. Castelli, fue el jefe del ejército del Norte, se hospedó en la casa de Padilla en su marcha hacia La Paz. Moreno fue un abogado defensor de indios pobres y perseguidos.

En Chuquisaca (La Plata) nació Juana Azurduy, el 12 de julio de 1780. Sus padres fueron un hombre de dudoso linaje español don Matías Azurduy y una madre indígena, doña Eulalia Bermúdez.
Valentín Abecia, señala: " Juana tenía la hermosura amazónica, de un simpático perfil griego, en cuyas facciones brillaba la luz de una mira­da dulce y dominadora". Esa indiscutible belleza será en parte responsable del carismático atractivo que Juana ejerció sobre sus contemporáneos. Su madre, fue una chola de Chuquisaca, de allí su sangre mestiza, quizás por algún desliz amoroso de don Matías Azurduy, se elevó socialmente gozando de una desahogada situación económica, ya que el padre de Juana era hombre de bienes y propie­dades.
Juana tuvo una hermana menor llamada Rosalía, en vista de que en esos tiempos no había escuela para las niñas, el aprendizaje de las primeras letras y el cálculo lo hacían en el hogar con algún maestro particular. La doctrina cristiana la aprendían en la parroquia.
No lejos de las propiedades de los Azurduy-Bermúdez, se hallaba Chipirina una finca ubicada en el cantón Moromoro, provincia Chayanta, en esa finca nació Manuel Ascencio Padilla el 28 de septiembre de 1774.
Don Melchor Padilla fue amigo del padre de Juana, ellos y sus hijos se ayudaban en las tareas campestres y de igual manera compartían las fiestas, muy pronto entre Juana y Manuel Asencio se despertó una fuerte corriente de simpatía.

Juana fue marcada por un sino trágico que la perseguiría toda su vida, que la condenará a la despiadada pérdida de sus seres más queridos, su madre murió súbita­mente cuando ella tenia siete años, al poco tiempo falleció don Matías, también en forma violenta; por la prematura muerte de sus padres, le siguió una difícil relación con sus tíos Petrona Azurduy y Francisco Díaz Valle, quienes se hicieron cargo de las dos huérfanas, más por ambición de admi­nistrar las propiedades que habían heredado, que por un sincero deseo de protegerlas afectivamente.
En vista de la tensa relación existente entre Juana y sus tutores, éstos tomaron la decisión que la sobrina díscola, ingresará en un convento para hacerse monja.

Pronto fue evidente, sin embargo, que la vida con­ventual no era para ella. La vida contemplativa del convento en esa adolescente, que amaba el cabalgar desafiando a los vientos, el trepar a los árboles sin temor a los porrazos, el zambullirse en aguas torrentosas, terminó en una tremenda trifulca con la madre superiora que decidió la expulsión de Juana del monasterio de Santa Teresa.

Otra vez en Toroca, Juana parece retomar la huella que su padre había trazado para su hija predilecta. Reencuentra allí la libertad, la acción, la naturaleza. Juana siempre amó y admiró a Manuel Ascencio Padilla, en ese respetuoso y encendido amor Juana no dudo en unír­sele, pero de la forma en que ella concebía la unión entre hombre y mujer: luchando a la par.

Juana, una hermosa mujer de familia criolla, pudo disfrutar de una vida acomodada, de mujer casada.
Tuvo cuatro hijos que llevabo consigo en las batallas en las que participo junto a Manuel. En el mes de marzo de 1814, Juana y Manuel vencieron a los realistas en varias batallas y en espera de un contraataque, las tropas revolucionarias tuvieron que dividirse: Manuel se encaminó hacia La Laguna y Juana se internó con sus cuatro hijos pequeños y un grupo de guerrilleros en un refugio cercano al río, en el valle de Segura, provincia de Tomina.

A Juana le habían manifestado que Padilla se encontraba en peligro; salió en su auxilio pero tuvo que volver pronto: los españoles avanzan hacia el valle de Segura donde habían quedado sus niños.
La batalla fue la más cruel y más dolorosa de todas las que tuvo. Juana se internó con sus cuatro hijos en el monte desconocido. No había alimentos, sus soldados escoltas huyeron asustados. No existió un refugio contra la plaga de insectos que llenaron de pestes el cuerpo de sus pequeños. Porque es allí donde se enfermaron cada uno de sus cuatro hijos, allí murieron Manuel y Mariano Posteriormente en el refugio del valle de Segura fallecieron sus dos hijas: Juliana y Mercedes, de paludismo y disentería.

Juana estuvo nuevamente embarazada, cuando se presentó el combate el 2 de agosto de 1814. Juana dio a luz a su hija Luisa Padilla en las orillas del Río Grande, cuando se inició el ataque realista. Los hombres que la custodiaban presumieron que su jefa estaba débil y que era el mejor momento para arrebatarle el botín de guerra con el que contaban las tropas revolucionarias que Juana custodiaba con celoso fervor. Por otro lado las fuerzas realistas fijaron el precio, 10.000 pesos en plata por la cabeza de Juana.

Los traidores al mando de Loayza complotaron y arremetieron contra la teniente coronela, que se alzó frente a ellos con su hija en brazos y la espada obsequiada por el General Belgrano, tendida hacia adelante en ademán de ataque. Algunos cuentan que ordenó el ataque en quechua a su tropa de indios amigos. Otros dicen que ella misma, con su espada, le arrancó la cabeza a Loayza de un solo sablazo de derecha. Juana montó a caballo con la pequeña Luisa en brazos y juntas se zambulleron en el río, logrando llegar con vida a la otra orilla.
El torbellino de estímulos desencadenados por la lucha de la independencia, lanzo a la esposa y madre junto a su esposo, al vendaval de las batallas: Tarvita, El Salto, Quila Quila, Potolo, Aiquile, Las Cañadas, Presto, Las Carretas, La Laguna y El Villar.

La gesta insurgente acometida en territorio de Charcas, concluyó a la muerte de Padilla, el 14 de septiembre de 1816 constituye el epílogo sangriento de El Villar. Manuel Ascencio Padilla fue nombrado Coronel del ejército argentino del norte cuando su cabeza estaba ya clavada en una pica.

O'Donnell Pacho en su artículo: “Juana Azurduy” publicado por la Revista Lilith en marzo de 2005. (Buenos Aires), describe de la siguiente manera la batalla del Villar:
"Juana avanzaba casi en línea recta, rodeada por sus feroces amazonas descargando su sable a diestra y siniestra, matando e hiriendo. Cuando llegó a donde quería llegar, junto al abanderado de las fuerzas enemigas, sudorosa y sangrante, lo atravesó con un vigoroso envión de su sable, lo derribó de su caballo y estirándose hacia el suelo aferrada del pomo de su montura conquistó la enseña del reino de España que llevaba los lauros de los triunfos realistas en Puno, Cuzco, Arequipa y La Paz”.

Por esta acción en la batalla del Villar, en 1816, Juana Azurduy fue ascendida por el General Manuel Belgrano al grado de Teniente Coronel del Ejercito Argentino. Luego de haber ganado 33 batallas, fue reconocida por Bolívar quien le concedió una pensión, la misma que a los dos años fue incumplida e ignorada por las autoridades.

Luego del asesinato de su esposo y de varios de los principales jefes guerrilleros, Juana se trasladó a Salta combatió junto a Manuel Güemes, quien la protegió y le dio el lugar correspondiente.

Después del asesinato de Güemes en 1821, Juana entró en una profunda depresión. Se vio reducida a la pobreza.
En una carta escrita en 1830 dirigida a las autoridades de la provincia de Salta, expreso lo siguiente:
"A las muy honorables juntas Provinciales: Doña Juana Azurduy, coronada con el grado de Teniente Coronel por el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, emigrada de las provincias de Charcas, me presento y digo:
Que para concitar la compasión de V. H. y llamar vuestra atención sobre mi deplorable y lastimera suerte, juzgo inútil recorrer mi historia en el curso de la Revolución.(...) Sólo el sagrado amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida de un marido sobre cuya tumba había jurado vengar su muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el término de los tiranos, mediante la invencible espada de V.E. quiso regresase a mi casa donde he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios que pudieran proporcionar mi subsistencia; en fin rodeada de una numerosa familia y de una tierna hija que no tiene más patrimonio que mis lágrimas; ellas son las que ahora me revisten de una gran confianza para presentar a V.E. la funesta lámina de mis desgracias, para que teniéndolas en consideración se digne ordenar el goce de la viudedad de mi finado marido el sueldo que por mi propia graduación puede corresponderme".
La respuesta del gobierno salteño resultó indignante, apenas le otorgó “50 pesos y cuatro mulas” para llegar a la “nueva nación de Bolivia”.

El mariscal Sucre le otorgó una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares.
Fue el propio Bolívar quien al visitar a Doña Juana - ya destruida por las muertes de los suyos, el olvido de sus conciudadanos y el saqueo de sus bienes - le expresó ante la sorpresa de sus compatriotas que, “Bolivia no debía llevar su nombre sino el de Padilla, su mayor jefe revolucionario”.

Del retorno de Salta doña Juana vivió casi cuarenta años más, junto a la familia de su hermana Rosalía, acompañada de su hija Luisa. Su fuerte organismo, sometido a pruebas durísimas durante la guerra y el exilio, la mantuvo activa hasta el final, ocupaba una modesta habitación en el amplio patio empedrado de una casa de bajos en la tercera cuadra de la actual calle España Nº 220

El fecundo escritor cochabambino Dr. Ismael Vásquez, decía al ocuparse de la heroína chuquisaqueña doña Juana Azurduy de Padilla: “el 25 de mayo de 1862, Juana se sacudió de la ancianidad que la cubría y comenzó su eterna juventud. Poquísimas personas acompañan el carro que va crujiendo por las calles traseras de Chuquisaca, que entonces era ya capital Sucre…” Algo similar dice el General Ramallo en su libro “Los esposos Padilla” páginas 228 y 229 cuando escribe “el 25 de mayo de 1862 a la edad de 81 años, como conmemorando el día de la Patria, en la que altivo pueblo que la vio nacer el primer grito de libertad en la América del Sur, murió la heroína de las republiquetas, envuelta en los harapos de la estrechez y la miseria más completa. Su entierra fue humilde, demasiado humilde: cuatro a seis personas acompañaron el ataúd al Cementerio General, donde fueron inhumados sus restos…”.

Ismael Arana en su articulo intitulado: “Aclaraciones históricas” describe en los siguientes términos:
“Rara era la semana que tanto el General Sucre como doña Juana Azurduy v. de Padilla dejaran de asistir a las veladas de casa Tardío, en cuya tertulia naturalmente se hacían reminiscencias del tiempo heroico en cuya época Doña Juana y Tardío lucharon frente a frente en Mesa Verde (Don Manuel Antonio Tardío se hizo patriota en 1823). A la muerte de la Sra. Padilla el 25 de mayo de 1862, se le hizo un entierro humilde, pero no es evidente que cuatro a seis personas acompañaron los restos sagrados al Campo Santo, donde fueron inhumados. Si bien el entierro fue humilde, ello se debió a que no tuvo carácter oficial, cual le correspondía a esta americana ilustre; pero asistieron personas de gran valimiento entre ellas las familias Molina, Tardío Arana, Mujía , Uriburu, Rosquellas, Cuellar, Benavides, Fernández, Calvo y otras más, habiendo ellas contribuido a los gastos funerarios. Tampoco es evidente que se ignore el lugar donde fue sepultada, al estar consignada en el “Libro Primero” del cementerio, la partida respectiva, aunque solo con el nombre y apellido propio, sin el de su esposo. Este lugar es conocido y lo señalaba don Manuel Molina junto a un molle corpulento, que fue derribado cuando se practicaban los planos del nuevo Cementerio General, hacia los años 1891-92”.

En la madrugada de un 25 de mayo de 1862 murió, “en su casa y en comunión de la Santa Madre la Iglesia, doña Juana, mayor de ochenta años, viuda del Coronel Padilla, vecina de esta Parroquia. Para morir recibió todos los Santos Sacramentos necesarios, y después de rezado su oficio con cruz baja se sepultó en el Panteón General de esta ciudad”. Así reza la partida de defunción. No hubo toque de silencio, tambores a la funerala, ni salva de fusilería en honor a la coronela muerta, porque la tropa de la guarnición estaba “demasiado ocupada en los festejos del 25 de mayo”.

En 1962, centenario de su muerte, a sugerencia de Joaquín Gantier y siguiendo las indicaciones dejadas por Indalecio Sandi, que fue el niño que acompañó en sus últimos días a la guerrillera, se extrajeron los restos humanos que se supone pertenecen a Juana Azurduy. Ahora ellos se conservan en una urna depositada en la Casa de la Libertad.

HOMENAJES A JUANA AZURDUY DE PADILLA
Con su nombre se han bautizado plazas, calles, escuelas y provincias en Bolivia, Argentina y otros países de América. Inspiró obras de teatro, poemas y algunos libros en los que se habla de sus hazañas en las luchas por la independencia de América. Pero, ahora que existen estatuas en su honor y se la cita en los libros, sigue siendo un personaje de nuestra historia que se menciona mucho, se conoce poco y de la que aún queda mucho por investigar. Incluso existe una muy popular canción de protesta titulada: “Juana, la guerrillera”. Es recordada por su valor y por sus nobles ideales.

AEROPUERTO “JUANA AZURDUY DE PADILLA”
Con motivo de conmemorar el Sesquicentenario de Creación de la República de Bolivia en el año de 1975, el Supremo Gobierno de la Nación al inaugurar el mencionado aeropuerto, a través de un Decreto Ley dispuso la nominación del mismo como “Juana Azurduy de Padilla”.

REGIMIENTO DE INFANTERIA DE MONTE 28 "TENIENTE CORONEL JUANA AZURDUY"
El 25 de abril de 1996, el Jefe del Estado Mayor del Ejercito Argentino dispuso la designación del Regimiento de Infantería de Monte 28 con el nombre de “Teniente Coronel Juana Azurduy de Padilla”.
HECHOS DESTACABLES DE LA UNIDAD.25 de abril de 1996"Imposición de nombre histórico". (BPE Nº4677)
Buenos Aires, 31 de enero de 1996.
Visto, la necesidad de afirmar el pasado histórico nacional y de destacar la imagen de la mujer en su heroica participación en los hechos que forjaron nuestra independencia.La propuesta efectuada por el Servicio Histórico del Ejercito a, requerimiento de la Secretaría General del Ejército, de designar a una Unidad de la Fuerza con el nombre de "Teniente Coronel Juana Azurduy".La puesta en ejecución del servicio Militar Voluntario, el que incluye por primera vez a la figura femenina, acto que rinde homenaje a la misma en el año de la IV Conferencia Internacional de la Mujer.
Considerando:
Que, Doña Juana Azurduy de Padilla, nacida en Chuquisaca el 12 de julio de 1780, dentro de los límites del Virreinato del Río de la Plata, dedicó su vida a la causa de la libertad americana.Que, como esposa de D. Manuel Ascencio Padilla, caudillo patriota y habiendo sufrido la muerte de sus hijos, lo acompaño históricamente en todos los hechos de armas que el protagonizara, soportando con ferviente patriotismo, a las asperezas de una durísima campaña en la que lo reemplazaría, a su muerte, en el mando de las tropas.Que, el 13 de agosto de 1816, fue distinguida por el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, con el grado de Teniente Coronel de Milicias Partidarias de los Decididos del Perú, otorgándole tal jerarquía "por honor a su patriotismo distinguido".Que, el Regimiento de Infantería de Monte 28, con asiento en la localidad de Tartagal, provincia de Salta, guarnece en el que fuera parte del escenario de las proezas de nuestra heroína y su esposo, por lo que se hace acreedor al honor de llevar el nombre de esta destacada prócer de la Independencia.
Por ello:
EL Jefe de Estado Mayor General del Ejército
Resuelve:
Imponer al Regimiento de Infantería de Monte 28, el nombre de "Teniente Coronel Juana Azurduy".Realizar la ceremonia de imposición del nombre el 25 de abril de 1996.Invitar, muy especialmente a la ceremonia, a autoridades de la hermana República de Bolivia.Comuníquese publíquese en el Boletín del Ejército y archívese en la Jefatura III – Operaciones (Servicio Histórico del Ejército).
http://www.infanteria.ejercito.mil.ar/unidades/unidades/RegimientodeInfanteriadeMonte28/hechos.htm

JUANA AZURDUY Y MANUEL ASENCIO PADILLA: UN DEMORADO HOMENAJE
En la ciudad de Buenos Aires, el 28 de septiembre del 2001, rindieron un homenaje a dos figuras históricas y emblemáticas a los próceres de la independencia: Juana Azurduy y Manuel Ascencio Padilla. Con motivo de cumplirse un nuevo aniversario del nacimiento de este último. El evento se llevó a cabo en la intersección de la calle Juana Azurduy y Avenida del Libertador (Capital Federal), consistió en la colocación de una placa alusiva. El impulsor de la iniciativa fue el diputado porteño Fernando Finvarb (ARI) quien declaró que "ambas figuras históricas sintetizan la entrega, la generosidad y el heroísmo con el que se brindaron a la lucha revolucionaria miles de personas de nuestros pueblos”.

CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION ARGENTINA
ORDEN DEL DIA Nº 447, 26 de mayo de 2004.
RESUELVE:
Declarar de interés cultural la marcha a caballo “Por las huellas del general”, desde Salta a Sucre - Chuquisaca - Bolivia, que realizará la Asociación Cultural Heroínas Hispanoamericanas en homenaje a la gestadora de la emancipación americana y teniente coronel de América, doña Juana Azurduy de Padilla, entre el 7 de junio y el 12 de julio de 2004.
Sala de la comisión, 26 de mayo de 2004.
Irma Roy. – Eduardo A. Di Pollina. – Rosa E. Tulio. – Nélida M. Mansur. –
Roberto J. Abalos. – Jorge M. A.Argüello. – Cecilia Lugo de González
Cabañas. – Marta O. Maffei. – JulianaI. Marino. – Hugo Martini. – Araceli E.
Méndez de Ferreyra. – Nélida M.Palomo. – Hugo G. Storero

CATEDRA LIBRE “JUANA AZURDUY DE PADILLA” EN UNIVERSIDADES NACIONALES DE LA ARGENTINA.Cecilia Merchán es la encargada de coordinar en 15 provincias argentinas la cátedra libre Juana Azurduy -que se desarrolla en la Universidad de las Madres y en universidades nacionales-. “Elegimos el nombre de Juana Azurduy para este programa porque creemos que sacar del anonimato a las mujeres que marcaron nuestra historia es fundamental para poder avanzar en el reconocimiento actual de la participación de las mujeres en la vida social y política argentina. Y porque ella fue parte de una lucha que aún hoy libramos: la de la independencia Latinoamericana”.

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jueves, 29 de diciembre de 2011

GUERRA FEDERAL - MASACRE DE COSMINI - AYO AYO

Dr. Antonio Dubravcic Luksic
Vicepresidente de la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre.
Socio correspondiente de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz


La guerra federal, coincide con el paso entre dos siglos, representó un cambio radical del eje de poder político, social y económico, aunque no determinó un cambio en la estructura de quienes lo detentaban. Coincidió también con uno de los momentos más difíciles de la relación entre la élite urbana y las masas indias.

Varios factores explican la confrontación que en los hechos fue una guerra civil. Por el desgaste de los gobiernos conservadores tras casi 20 años de administración, a ello se sumó la popularidad creciente de los liberales, que estaban cansados de esperar una transmisión pacífica en el mando de la nación y por que habían sufrido más de una vez la manipulación de los resultados electorales en manos de los conservadores. Finalmente la realidad socioeconómica de Bolivia mostraba un desequilibrio de los centros de decisión.
La Paz fue durante todo el siglo XIX la primera ciudad de Bolivia y frecuentemente sede de los gobiernos nacionales (comenzando por el Mariscal Andrés de Santa Cruz). Su dinámica como ciudad se vería muy pronto respaldada por el nacimiento de la economía del estaño que desplazó el eje Potosí - Sucre al eje Oruro - La Paz. La caída de la plata trajo consigo el debilitamiento de la influencia de los viejos caudillos conservadores: Arce, Pacheco y sus colaboradores más allegados.

A este contexto debe sumarse la presión por el establecimiento de un país federal que tuvo algunos antecedentes destacados, como las ideas de Lucas Mendoza de la Tapia en Cochabamba a mediados de siglo, el movimiento de los igualitarios de Ibáñez en Santa Cruz (1874-1876) y las varias propuestas de llevar el gobierno a La Paz realizadas por los paceños en el período conservador.
La realidad sin embargo era otra, el federalismo fue una bandera coyuntural mediante la cual se inflamó el sentimiento regionalista del poderoso departamento de La Paz para justificar la rebelión, aunque no es menos cierto que algunos de sus propugnadores creían genuinamente que el federalismo era la mejor solución para Bolivia.

En la sesión del 13 de noviembre, el parlamentario Abel Iturralde argumentó: “La Paz no acepta otro trato que no sea el que le corresponde por sus condiciones económicas y comerciales, y por el tamaño de su actividad. De nada nos sirve el llamado gobierno central, a cuya acción benéfica estamos dispuestos a renunciar en aras de un cuerpo autónomo con leyes propias que mejor se adapten a nuestros fines”. En la sesión del 15 del mismo mes, la Bancada paceña en pleno presentó el Proyecto de Ley Federal, donde Bolivia cambiaria el nombra a “Unión Federal Boliviana”.

El Senador por Chuquisaca Cnel. José Manuel Pando, protagonista central de esta historia, dijo: “Aunque sea cruel, las grandes paginas de la humanidad han sido escrita por las puntas de las bayonetas”. Era el líder del partido Liberal y miembro de la Junta Federal Paceña. Sabedor de la simpatía por la causa federal en la Nación, con astucia diseñó la consigna federalista.
El ejército boliviano decidió destituir a todos los jefes y oficiales paceños. Lo mismo se hizo en la administración pública. Se Habló de un escarmiento “a los separatistas paceños”.
El estallido formal de problema se dio el 18 de noviembre de 1898 cuando el congreso reunido en Sucre después de un áspero debate proclamó la ley de radicatoria que exigía al Presidente su presencia permanente en la capital de la República, precisamente como respuesta a la exigencia paceña. La brigada de La Paz que había pedido sin éxito la reunión de un congreso en un punto “neutral”, Cochabamba, para discutir el tema sin presiones, decidió abandonar la ciudad de Sucre en señal de protesta. Fue el rompimiento de lanzas entre el norte y el sur. En el Ínterin, el 6 de noviembre de 1898 un gran mitin reunido en la plaza de armas paceña, exigió el federalismo y el 14 se creó un comité federal presidido por el jefe de los liberales José Manuel Pando, quien irónicamente como senador por Chuquisaca votó a favor de la aprobación de la ley de radicatoria.
El 12 de diciembre se formó en La Paz una junta federal de gobierno, integrada por José Manuel Pando, Serapio Reyes Ortiz y Macario Pinilla que había renunciado al ministerio de Instrucción del gobierno de Alonso. La declaratoria de guerra estaba hecha
Alonso, a pesar de su postura contraria a la ley que promulgó a regañadientes y de su posición conciliatoria, no tuvo más remedio que ponerse a la cabeza de ejército del sur y marchar a Oruro, donde llegó el 15 de diciembre de 1898.

El escenario de la guerra civil se enmarcó básicamente en los departamentos de La Paz y Oruro y algunas provincias de Potosí y Cochabamba. Aquí hay que detenerse en la decisión de Pando de aliarse con los indios aimaras de la región. El pacto entre Pando y Pablo Zárate Willka, marcó un hecho sin precedentes en la historia republicana. La alianza estuvo probablemente sazonada por compromisos reivindicatorios para los indios que habían sido sistemáticamente despojados, como consecuencia de la legislación de 1880, pero estaba claro que respondía a un interés específico y militar por parte de Pando.Entre enero y abril de 1899 se desataron acciones con la presencia de masivos contingentes indígenas, fueron decisivos para el triunfo de los federales. En las provincias Inquisivi, Aroma, Carangas, Chayanta, Tapacarí y Ayopaya, hicieron un cerco con bloqueos y ataques que diezmaron el ejército de Alonso.


El ejército constitucional mejor equipado que el federal, desaprovechó a principios de enero de 1899 la oportunidad de atacar La Paz antes de la llegada de un contingente de armas y pertrechos negociados en Lima por Claudio Pinilla, quien tras renunciar a su cargo de embajador se transformó en gestor de los federales y adquirió 1.500 rifles Mannlincher, 500 carabinas Winchester, medio millón de proyectiles y 1.200 uniformes.
Primer crucero - masacre de Ayo Ayo
El 24 de enero de 1899 en Cosmini, Pando gran estratega militar, derrotó a Alonso en la llamada batalla del primer crucero (en Chacoma donde cruzan los caminos a Luribay y a Ayo ayo), 250 efectivos de los batallones Abaroa y Vanguardia avistaron un convoy constitucional con pertrechos del batallón 25 de Mayo y el Escuadrón Sucre, que se dirigían al encuentro de las tropas leales, fueron interceptados por “las tropas de Pando y una numerosa indiada”. El intercambio de disparos concluyó con la violenta explosión de un carro cargado de munición que precipitó la fuga y derrota de los alonsistas.
Los heridos en el combate de Cosmini se quedaron en Ayo Ayo. Al atardecer, más de un centenar de comunaríos rodearon el pueblo, tomaron la plaza principal y el hostigamiento a los heridos que se encontraron refugiados en el templo.
El pueblo de Ayo Ayo parecía tranquilo, de pronto comenzó el alarido de los pututus de los federalistas de Willca, destruyeron y saquearon todo lo que encontraban a su paso. Incluso rompieron la puerta del templo, masacrando a sus ocupantes. El cura Fernández de Córdoba salió al atrio con un crucifijo pidiendo en nombre de Dios la paz. Los indios llevaron al cura hasta la plaza y allí le amputaron una pierna, le cortaron el pecho, le arrancaron el corazón y se lo comieron.
Los curas José Rodríguez y José Gomes sacados también de la iglesia fueron picados a machetazos. ¡Tres curas muertos!
Cuando todo terminó el templo parecía un matadero y el pueblo un cementerio.
Melitón Sanjinez, herido en una pierna, recibió, en pleno rostro, la punta de una picota. Murió instantáneamente. Félix Morales, en cambio, fue mutilado, le quitaron sus pies y sus manos. Luego lo remataron degollándolo. Víctor Betancour, Ismael Roncal, Eladio Fiengo y Eulogio Selvas, fueron colgados boca a bajo en las vigas del Templo de Ayo Ayo. Con cortes de cuchillo, fueron vaciados sus intestinos. Quedaron como animales faenados.
Al respecto el historiador Alfredo Jáuregui Rosquellas, relata el episodio de esta cruenta guerra fratricida de la siguiente manera: “Con rumbo al sur, en carretera desatentada y confusión inmensa, cual correspondía a la inmensa significación del desastre, atravesaban la llanura los vencidos, los heridos, los salvados que al encontrar asilo, que creyeron seguro, en la casa de Dios, en el pueblo de Ayo-Ayo iban a hallar el ara del martirio siendo sacrificados en forma infernalmente bárbara, diabólicamente horrorosa, crispantes por su saña y refinamiento de crueldad. Y allí a la luz crepitante del incendio y al rumor tumultuoso de la muchedumbre alcoholizada y excitada por el vaso de la primera sangre vertida, fueron descuartizados, desmembrados, quemados clavados a los muros, degollados como bestias de sacrificio 27 jóvenes del escuadrón simbólico, que pagaron con la flor de su vida en el error de un ideal extraviado en el tortuoso camino del mas engaño”.La masacre de Mohoza

Pero el hecho más estremecedor de la guerra federal se produjo en Mohoza y no tuvo que ver con el enfrentamiento entre federales y constitucionales. El escuadrón Pando de los federales llegó al pueblo de Mohoza bajo el mando de Arturo Eguino. Los abusos y excesos de los oficiales contra los pobladores dieron pie a la intervención de una hueste indígena comandada por el caudillo Lorenzo Ramírez. Tras rodear a los militares a la salida de Mohoza, Ramírez logró de manera increíble desarmar a la tropa. Los soldados fueron invitados a comer y a beber con los indígenas. Se les pidió dejar sus armas como señal de paz y confraternización. Los soldados accedieron ingenuamente. Ya en la noche en el templo de la localidad, al igual que en Ayo Ayo. En la madrugada del 1ro de marzo los 130 efectivos del escuadrón Pando fueron vejados, torturados y asesinados salvajemente en uno de los episodios más horrorosos de toda nuestra historia.
Segundo cruceroEl 10 de abril de 1899 en las inmediaciones de Paria (Oruro) se produjo la batalla decisiva llamada del segundo crucero (por haberse desarrollado en el llamado crucero de Copacabana donde se juntaban y hacían cruz los caminos hacia Lequepalca y hacia Caracollo). Con la presencia de las fuerzas indígenas de Zarate Willka, el ejército de Pando (1.820 efectivos y un cañón denominado "Walaycho") enfrentó al ejército de Alonso comandado militarmente por el Gral. Julián María López (1.966 efectivos con seis cañones y cuatro ametralladoras).
Los indios protegieron a los federales y provocaron el primer ataque de un escuadrón de a caballo que abrió fuego. En más de cuatro horas de enfrentamiento sin cuartel, en el que se destacaron con virulentos ataques el batallón Murillo de Pando y en la defensa desesperada el batallón Alonso de los constitucionales, los federales derrotaron definitivamente a las fuerzas del sur. Casi 4000 combatientes protagonizaron la batalla que dejó un saldo de cerca a 1.000 víctimas entre muertos y heridos.
Los sobrevivientes del Ejercito Constitucional huyeron a Oruro, con la idea de rehacerse y resistir. A las 8 de la noche entraron en Oruro, Alonso entro al palacio e hizo tocar llamada, pero más de 1.500 bajas entre muertos y heridos era demasiado. Aconsejado por su gente huyo a Chile en ferrocarril; en compañía de su esposa, no sin antes dejar orden a su banquero para entregar 15.000 bolivianos para atender a los heridos. Firmo también el último decreto, traspasando el Mando a Rafael Peña. Como se puede apreciar fácilmente, en el trasfondo de esta guerra estuvo el movimiento indígena que se independizó muy pronto del control de los federales para actuar por cuenta propia
Como se puede apreciar fácilmente, en el trasfondo de esta guerra estuvo el movimiento indígena que se independizó muy pronto del control de los federales para actuar por cuenta propia. Zarate Willka, bautizado “el temible” por la prensa, buscó un gran levantamiento del altiplano y valles que reivindicara a los indios y organizara una nueva sociedad. Si bien los objetivos no están claramente explicados, el reclamo secular agudizado por los abusos de las dos últimas décadas a partir de las leyes de ex vinculación, llevaron las cosas al punto de la explosión. Si Pando usó a Willka y sus huestes, éste aprovechó la alianza para desplegar un poder que en condiciones normales no habría podido organizar nunca. Las acciones indígenas contra tropas federales pusieron en alerta a la junta y se inicio la represión. Los hechos de Ayo Ayo, Mohoza, la insurrección de Peñas, la amenaza de un cerco sobre Oruro en febrero y marzo de 1899 y las acciones de sublevación en más de una veintena de localidades en tres departamentos del país
El Ejercito Federal se vio en serias dificultadas al comienzo; en especial con los cañones y ametralladoras que manejaban los mercenarios comandados por el chileno Anabalón. En un grave error el Escuadrón Alonso avanzo imprudentemente y se mezclo en lucha cuerpo a cuerpo con el enemigo, anulando la acción de las ametralladoras que habían parado de disparar para no matar a sus propios colegas. La muerte del mercenario argentino, Coronel Campos, fue determinante también en desorden de la artillería de Fernández. Los Federales comenzaron a tomar control de la contienda, ayudados por la defección de los escuadrones Sucre y el Aroma. Pando luchaba con éxito en primera línea. Finalmente El ejército Federal había ganado la batalla y la guerra.
Para la guerra federal en 1898, Pando hizo esta promesa formal al Cacique Pablo Zárate Willka, jefe de los indios aymaras:
"... Willka -le dijo- te doy el grado de Coronel; levanta al indio; destruye al blanco del Sud, (al blanco alonsista). Cuando derrotemos al Ejército Constitucional, yo seré Presidente y tu serás el Segundo Presidente de Bolivia. Y devolveremos la tierra al indio; la tierra que le ha arrebatado el Gral. Melgarejo".
En consecuencia el líder comunero al ingresar a la guerra exigio:
Liberación de los colonos.
Participación de los quechuas y de los aymaras en el gobierno.
Devolución de las tierras comunales.
Pablo Zárate “Willka”, recibió la propuesta de José Manuel Pando mediante la esposa de este, Carmen Guarachi oriunda de Sica Sica. Esta intermediaria hizo la ofrenda de coca a la Pachamama y convenció a los indios de las provincias Omasuyos, Pacajes, Sica Sica e Iquisivi para iniciar el hostigamiento a los Conservadores.
El temible Willka entonces, organizó y dirigió al Ejército Aymara, que fue un conjunto de pequeñas unidades con poderosas masas humanas Quechua y aymaras.
El Temible Willka había demostrado valor, don de mando y dureza en acciones verdaderamente exitosas comandando a miles y miles de indios. El 22 de Abril de 1899, Zarate y su estado mayor fueron hechos prisioneros en Sicasica, con lo que se desbarató la cabeza del movimiento que fue reprimido y disuelto sin contemplaciones. Así se cerró uno de los momentos más dramáticos del enfrentamiento entre la elite de poder y la mayoría aimara y quechua del país.
El 12 de abril Pando entró triunfal a Oruro acompañado de Pablo Zarate, en medio de una impresionante multitud en la que se mezcló su ejército con los hombres del caudillo indio.
Al día siguiente el Cnel. Pando envió un telegrama a la Junta Federal informando los pormenores de la batalla y su sangrienta victoria. Hemos tenido muchas bajas, las bajas del enemigo son mayores y el triunfo completo y definitivo. Sírvanse manifestar al pueblo de La Paz que se han cumplido los compromisos contraídos el 16 de diciembre de 1898. Para los sucrenses la perdida de la capital era peor que perder el pacifico.
El 14 de abril, la Junta de Gobierno decreto: Articulo Primero.- La ciudad de La Paz es la Capital de la República. Artículo Segundo.- El próximo 6 de agosto se reunirán en esta ciudad las altas corporaciones judicial y administrativa, con el mismo personal que actualmente funciona. Firmado por Serapio Reyes Ortiz y Macario Pinilla.
Pando no pensaba igual. Respondió en un telegrama: “Expedir decreto de cambio de la Capital de la República, seria declarar otra guerra civil. (…) Declinó el honor de ser parte de la Junta de Gobierno. Soy jefe del Partido Liberal que me impuso deberes”. Esta respuesta hizo crisis en el mando paceño y disolvió la Junta Federal. En ese momento La Guerra Federal, se trasformo en la Revolución Liberal. O la Guerra federalista trucha.
La crisis entre paceñistas y Pando se resolvió con el acuerdo de convocar a una Convención en Oruro para: reconstituir los poderes públicos, tratar tema Federal y la localización de la capital.
El 20 de octubre de 1899 se reunió La Convención Nacional. Luego de casi 2 horas de deliberaciones, Pando fue elegido Presidente. Debatió entre otros dos importantes tema: 1) El asunto de la capital, el mismo que después del debate fue archivado, por no existir consenso. 2) El federalismo, este tema fue de amplio y acalorados debates. No pudiendo ponerse de acuerdo y estando parejas las fuerzas, se decide por la votación, la cual dio un empate (El 100% de la representación cruceña voto por el federalismo).Tocaba Pando como Presidente dirimir el la paridad. Pando vota en contra. El federalismo también es archivado... “para una nueva legislatura”.
¡Este fue el grandioso final de la guerra Federal trucha!


HOMENAJE A LOS CAÍDOS EN COSMINI Y AYO AYO
El monumento levantado en el Cementerio General de Sucre en homenaje a los 27 héroes de la batalla de Cosmini – Ayo – Ayo es una obra magnífica que invita a la reflexión, cómo valientes chuquisaqueños entregaron sus vidas por la reivindicación de los derechos de la tierra que los vio nacer.
Se desconoce el nombre del autor de esta obra, lo que si se sabe es que fue traída de Europa. Erigida posiblemente entre los años 1907 – 1908 por gestión del Comité Patriótico Chuquisaqueño en memoria de los caídos en Ayo – Ayo el 24 de enero de 1899 que lucharon por evitar el traslado de los Poderes Ejecutivo y Legislativo de Sucre a La Paz.
BIBLIOGRAFIA
Querejazu C.Roberto “La mal llamada Guerra Federal”.
Velásquez A Julio César. “Acerca de la capitalidad de la República de Bolivia”.
Rodríguez F Alberto. Documentos para la Historia de la Guerra Civil 1898-1899. H. Alcaldia Municipal de Sucre 1999
Ponce S Carlos; Montaño D. Ana María. “La Revolución Federal de 1898-1899”.
Loayza Joaquín: “Agua del Inisterio” Número Cuatro. Publicación de Fundación Cultural de Mutual La Plata
Roca José Luis: “Fernández Alonso Severo” Diccionario Histórico de Bolivia Edit. Túpac Katari Sucre 2002
Condarco Morales Ramiro “La Guerra Federal” Cimientos de Chuquisaca Soboce La Paz 2001
Loayza Joaquín;”Los derechos de la Capital de Bolivia como asiento de los órganos del poder publico de Bolivia” http://sucrecapitalidadplena.blogspot.com
Sánchez S, Gonzalo “Breve historia de la Guerra Civil (1898-1899) http://sucrecapitalidadplena.blogspot.com/
Limpias F. Javier ¿Guerra Federal? http://www.portalchuquisaca.8m.com/

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PROCLAMA DEL PRESIDENTE SEVERO FERNÁNDEZ ALONSO AL EJÉRCITO CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA A TIEMPO DE ABRIR CAMPAÑA MILITAR CONTRA LAS FUERZAS FEDERALES DEL CORONEL JOSÉ MANUEL PANDO (*)CAMARADAS:
“Entramos en campaña como soldados de ley.
“La tranquilidad bienhechora y fecunda, a cuyo amparo desplegaba Bolivia todas sus energías, rehaciéndose trabajosamente de pasados desastres y labrando venturo y no lejano porvenir, ha sido ha sido siniestramente turbado por el grito de la rebelión lanzada en La Paz; rebelión no contra la persona del gobernante, sino contra la ley; no contra el Ejecutivo actual, que habrá de pasar brevemente, sino contra la Constitución misma del Estado.

“Vamos presurosos a restablecer el orden normal en aquel importante centro; vamos a ello no con la saña del enemigo, sino con la serena inflexibilidad del guardián de las instituciones.

“No marcharemos contra La Paz rica y hermosa circunscripción de la Patria, ciudad querida de nosotros. Marchamos en amparo de ella, que hoy gime bajo el imperio de la demagogia y bajo el terror que infunde una parte de la muchedumbre sublevada contra todo fuero y principio por pasiones desenfrenadas y prematuras ambiciones de un grupo de políticos extraviados.

“Marchemos a libertarla de la momentánea dominación que arteramente han logrado, por fin sobre ella ciertos políticos que tienen conquistada en los fastos de nuestra historia, la triste celebridad de ser los demoledores constantes del orden, perpetuos conspiradores contra la quietud y el bienestar de los vecindarios, enemigos declarados del progreso de la nación, de su crédito en el extranjero y de su prestigio internacional.

“No abrimos campaña contra un sistema de gobierno sino contra una rebelión.
“El gobierno federal podía implantarse y regir en Bolivia, si así lo quieren los pueblos, y lo resuelven, previa la tramitación constitucional, las honorables cámaras legislativas, que se hallan ampliamente autorizadas por la Constitución misma que hoy nos rige para reformarla parcial o totalmente.

“Surgirá entonces como expresión de la soberanía nacional, no como imposición odiosa de la facción revolucionaria de una ciudad; por importante que ella sea sobre todos los demás departamentos de la república.

“Surgirá como obra meditada, y por lo mismo duradera, del estadista; no como una transformación brusca e inconciente, que decretarán en las calles y plazas de una ciudad, multitudes deliberantes enardecidas por tribunos de barricada.
“Entre tanto, mientras esa reforma no sea sanciona constitucionalmente y por el poder público muñido por la ley de facultad para el efecto, seguiremos acatando y haciendo cumplir la Constitución unitaria; tipo de gobierno a cuya sombra nació Bolivia, con cuyos prestigios brilló en el periodo glorioso de nuestra vida republicana, y que consagran las libertades públicas más amplias y las garantías individuales más perfectas.

“Es contra esa Constitución, es contra el arca santa de nuestras instituciones, que una parte del pueblo de La Paz se ha levantado en armas.
“Corramos soldados de la ley, a restaurar el reinado de ella y de todas las garantías que consagra.

“Corramos a rasgar la venda que cubre los ojos de muchos de de los hijos (de) La Paz, y a devolverle a ella su libertad; seguros de que entonces, La Paz y Sucre, el sur y el norte, y todos los departamentos de la república se estrecharán en el grandioso y fecundo abrazo de la patria común, de unas mismas tradiciones gloriosas, de una misma bandera y de unos mismos emblemas nacionales, de una historia idéntica y de un porvenir solidario.

“Haced flamear la tricolor amada; resuene desde este privilegiado centro de nuestra nacionalidad, con la dilatada y majestuosa resonancia de las músicas marciales, el himno de la Patria.
“Y en medio de sus mágicas armonías, broten de lo íntimo de nuestros corazones y todo el aliento de nuestros pechos, estas invocaciones del patriotismo.

¡VIVA BOLIVIA!
¡VIVA LA UNIÓN NACIONAL!
¡VIVAN TODOS LOS DEPARTAMENTOS DE LA REPÚBLICA!
¡VIVA EL EJÉRCITO DE LA PATRIA!
¡VIVAN LAS FUERZAS DE LÍNEA, LOS CONSCRIPTOS DE ORURO Y LAS PLÉYADES BRILLANTES QUE DE LA CAPITAL ACUDEN PRESUROSAS EN DEFENSA DEL RÉGIMEN CONSTITUCIONAL!

(*) Fuente: http://www.sucre.gob.bo/capitalidad/

Dr. Antonio Dubravcic